A Monchu Calvo
Hay un lugar donde quiero llegar.
Abro las ventanas de la casa y el viento
barre los últimos fantasmas de la noche,
dispuesto a la mesa, la cafetera bullente
y el tilín tilín de la cucharilla. El azúcar
nerviosamente oscila y rebota de la taza,
en la espera y el desesperar y, sin embargo,
la fuente fluye hacia el hondo pozo de café
donde se despabila el mundo:
morosamente respiro, y el eco
de los transeúntes aceleran el porvenir
de los días imposibles, la laptop
amanece antes de que el sol despunte,
con sus mensajeros y me cuente
cuánto ocurría en el mundo mientras
dormía en la habitación contigua
donde sonámbulo hablaba con los inmortales.
Me despierta el sonoro vocerío irrepetible,
siempre nuevo, intangible, superior a mí
en todas sus formas: piedra
redonda de tanto girar sobre los surcos
de los campos donde se guarda el sueño.
Carache, 02/09/2013
José Francisco Ortiz